Cuando hablo de imagen, no solamente me refiero a la parte exterior. Sabemos que una buena imagen externa debe coincidir con lo que reflejamos desde nuestro interior.

Uno de los valores que siempre resalto y practico es el de la confidencialidad, ya que no podemos conseguir el éxito, sea personal o profesional si no confían en nosotros.

Cuando realizo una asesoría de imagen, acompaño a la persona en un proceso de transformación y esto nos obliga a confiar mutuamente. Es inevitable que cada una de las personas que asesoro me abra su corazón, me cuente sus miedos e inseguridades y me revele verdades celosamente guardadas, es parte del proceso de transformación exterior, por eso generar confianza en los procesos de cambio de imagen es una tarea indiscutible que debo realizar en cada asesoría.

En la actualidad y gracias a las redes sociales, nos es bastante difícil mantener “el secreto”, nos encanta publicar todo lo que nos pasa en nuestra vida diaria y por qué no, en la de los demás. La comunicación se ha vuelto más rápida o mejor dicho instantánea poniendo en peligro la garantía y validez de la información.

“Mantener el secreto” ha estado acompañándonos a través de nuestra historia, en las diferentes culturas del mundo.

Se cree que el médico Griego Hipócrates (siglo V a.C) creó el juramento Hipocrático cuando empezó a instruir, apartándose de la tradición de los médicos de oficio, a aprendices que no eran de su propia familia, con el fin de proteger sus procedimientos medicos e integridad de los paciente.

También encontramos en la historia el juramento hebreo del médico Sirio Asaf ben Berahya (siglos III y VII e.c) “no revelarás secretos que se te hayan confiado”.

La tradición católica da un lugar especial a la confidencialidad en el Sacramento de Reconciliación o Confesión (Secreto de Confesión), casi tan antigua como la sociedad civil.

Entonces, por qué, si la confidencialidad es casi tan antigua como la existencia humana, nos es tan difícil guardar un secreto?

En la actualidad, la confidencialidad debe primar como valor en todas las profesiones existentes y más aún en nuestra vida personal, promoviendo con esto el respeto hacia la integridad de cada persona, ya que no existe ningún mecanismo de seguridad absolutamente seguro.

Constantemente escucho frases como:” nunca confíes en nadie” o “amigo el ratón del queso”, que cada día cobran más fuerza, aislándonos, apartándonos, y por el otro lado, está la constante revelación de nuestra vida en las redes sociales… poco coherente, sí, pero es lo que está pasando.

De todos modos nuestro papel en la actualidad es cultivar este principio, ya sea a través de relaciones personales o profesionales… la meta? Conseguir que confíen en nosotros!!!

A continuación comparto algunos consejos para aprender a manejar este principio:

Conocer la seriedad del secreto antes de que sea revelado te lleva a hacerte una idea del impacto que puede llegar a tener si se llegase a saber.

  • Escuchar todo lo que te confían sin interrumpir hará que tu corazón se abra y crezca, para poder guardar los secretos de tantas personas.
  • Escribe lo que te cuenten, eso hacen la mayoría de los profesionales éticamente correctos, de está manera es como si se lo contaras a alguien (al papel) y, con esto, calmas la ansiedad de decirlo.
  • Tomate unos minutos para analizar las confidencias reveladas, respira profundo y evita hablar por teléfono los minutos siguientes, deja que se calme en ti la sorpresa de lo escuchado.
  • Aleja de tu mente lo que acabas de oír, piensa en otras cosas y el secreto se irá acomodando en algún lugar seguro de tu mente para permanecer ahí en reposo durante el tiempo que tú lo desees.

Una persona confiable es sinónimo de seriedad, integridad y respeto, valores fundamentales que nos llevan al éxito, así que… a cerrar la boca!!!

“Todo lo que viere u oyere en mi profesión o fuera de ella, lo guardaré con sumo sigilo”.

Juramento Hipocrático

Feliz fin de semana!